16.3.09

Soneto IV

Era la alegre víspera del día
que la que sin igual nació en la tierra,
de la cárcel mortal y humana guerra,
para la patria celetial salía;

y era la edad en que más viva ardía
la nueva sangre que mi pecho encierra,
cuando el consejo y la razón destierra
la vanidad que el apetito guía,

cuando Amor me enseñó la vez primera
de Luciana en su sol los ojos bellos
y me abrasó como si rayo fuera.

Dulce prisión y dulce arder por ellos;
sin duda que su fuego fue mi esfera,
que con verme morir descanso en ellos.

Lope de Vega

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