19.4.09

ESTAR ENAMORADO

Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre
justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a
la muerte se precisa.
Es cobrar la llave oculta que abre la cárcel en que
el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que
reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la
carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la
razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que
nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz
profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la
perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de
nuestra sombra está vencida.

Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se
juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río
que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado
prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigúeñas
y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los
perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla
de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que
del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser
esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y
la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la
música sin tasa.

Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las
noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza
distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción
de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las
primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una
casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con
las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras
entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la
pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión
de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña
lucecita.

Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y
tiempo con dulzura.
Es depertarse una mañana con el secreto de las
flores y las frútas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras
criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las
lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del
torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo
compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía
sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser
hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver
a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las
manos puras.


Francisco luis Bernárdez